𝐄𝐥 𝐚𝐮𝐭𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐜𝐚𝐧𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐜𝐥𝐚́𝐬𝐢𝐜𝐚𝐬 𝐜𝐨𝐦𝐨 ❞𝐀𝐲𝐞𝐫 𝐥𝐚 𝐯𝐢❞, ❞𝐃𝐢𝐥𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐯𝐮𝐞𝐥𝐯𝐚❞, ❞𝐂𝐚𝐧𝐭𝐨 𝐚𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫❞ 𝐲 ❞𝐄𝐥 𝐯𝐞𝐧𝐝𝐞𝐝𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐫𝐨𝐬𝐚𝐬❞, 𝐯𝐨𝐥𝐯𝐢𝐨́ 𝐚 𝐂𝐚𝐫𝐭𝐚𝐠𝐞𝐧𝐚, 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞́𝐬 𝐝𝐞 𝟏𝟓 𝐚𝐧̃𝐨𝐬 𝐫𝐞𝐬𝐢𝐝𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐌𝐢𝐚𝐦𝐢.
Rubén Darío Álvarez Pacheco, muchachon@rinconguapo.com
Cosmen Alberto Rico Moreno se ha rebautizado dos veces.
La primera fue por seguir la moda de los artistas que estaban liderando el movimiento de la salsa en Nueva York y en el Gran Caribe: Joe Quijano, Joe Cuba, Joey Pastrana, Joe Batán, Joe Fajardo, Joe Arroyo…y muchos joes más.
Así que él decidió que sería “Joe Rico”, hasta que un día se cansó de ese nombre que, para ser francos, no le trajo ninguna resonancia a nivel de imagen. Entonces decidió que se llamaría “Sandy Rico”. No sabe de dónde le salió ese “Sandy”, pero sí tuvo claro, al momento de decidir el cambio, que el nuevo nombre debía ser sonoro, contundente, resonante, rimbombante y, por lo mismo, de alta recordación: “Sandy”.
Así se quedó. Y cobró tanta efectividad que ya casi ni sus familiares se acuerdan de “Cosmen”, ese nombre con sonido de medicina con que lo bautizaron allá en Sincelejo hace más de 50 años, pero fue en Cartagena donde sus ambiciones musicales tuvieron eco, gracia que él reconoce sin mezquindades y sin intencionales amnesias. Además, sabe muy bien que son muchos los testigos de sus intervenciones como cantante en las orquestas de “Toño y su combo”, “Alfonso y su octava potencia” y “El Nene y sus traviesos”, entre otras, aunque sus inicios fueron como baladista.
En alguna ocasión, exactamente en los años 60 del siglo XX, pensó convertirse en uno de sus cantantes románticos que poblaron el sentimiento de las juventudes de aquellas épocas, como Sandro, Sabú, Ana y Jaime, Lorenzo Santamaría o Leo Dan, “pero de pronto como que se me zampó la bacanidad en la sangre, porque en ese momento también estaba despuntando el movimiento salsero en Nueva York y Puerto Rico, y eso me contagió hasta el punto de que no tenía oídos para otra cosa. Muchas veces me han preguntado que por qué, siendo sabanero, no me incliné por el porro o el fandango, que son los reyes en mi tierra. Pero ni yo mismo me explicó por qué la salsa me conquistó el corazón de esa manera”.
Con esa bacanidad en la sangre, como él mismo dice, llegó a Cartagena. Se hospedó en el barrio Martínez Martelo y desde allí salía a recorrer todas las tardes los sitios que ya se habían establecido en el imaginario urbano como los mentideros musicales de la ciudad. En ese ambiente conoció a Hugo Alandete, a Víctor “El Nene” del Real, a Albertico Puello (El Halcón de Colombia), a Toño Beltrán, a Blas “El Michi” Sarmiento, a Alberto Morales y a toda esa pléyade que intentaba abrir otro capítulo para la música de los cartageneros ante el mundo.
No demoró mucho tiempo en incursionar como cantante acompañando a algunos de esos músicos, cuando de pronto no supo en qué momento la fama de su calidad como vocalista llegó a oídos del barranquillero Adolfo Echeverría, en donde El Nene del Real fungía como pianista.
Desde allí, El Nene, Joe Rico y otros cartageneros comenzaron a fraguar lo que más tarde se conocería como “El Nene y sus traviesos”.
“Ese primero long play que la orquesta grabó para la disquera Codiscos —recuerda—, lo iba a grabar yo. Recuerdo que ya teníamos las canciones ‘La chismosa’, de Ramón Chaverra; y ‘El resplandor’, de Joe Arroyo. Pero de pronto me disgusté un poco con la directiva de ‘Adolfo Echeverría y sus mayorales’ y me retiré. Fui ahí cuando El Nene llamó a Juan Carlos Coronel, quien se quedó como el cantante de planta cuando se armó formalmente ‘El Nene y sus traviesos’”.
Siguió cantando y componiendo, aunque en el ámbito musical de Cartagena se le conocía mucho más como cantante. En una de esas presentaciones estaba entre el público el entonces promotor estrella de Codiscos, Moisés de la Cruz Gómez, quien intuyó que Joe Rico podría ser un buen prospecto para integrar el catálogo tropical de esa empresa.

A las pocas semanas, el cantautor estaba firmando contrato para grabar una producción tropical, con algunos temas salseros y con los arreglos y el piano de El Nene del Real. Fue entonces cuando murió “Joe” y nació “Sandy”, de manera que la producción se tituló “Sandy Rico presenta La Mayor”.
“El sonido no me gustó mucho. Parece que la mezcla no la hicieron de muy buena voluntad”, pero de todas maneras alcanzaron a escucharse ‘El alma negra’, una salsa de mi autoría; y ‘Juanita’, un fandango que fue éxito en los carnavales de Barranquilla de 1985”.
Al mismo tiempo, el disco competía en las listas de las emisoras comerciales con agrupaciones como la de “Juan Piña y su revelación”, “Joe Arroyo y La Verdad” y “Los soneros de Gamero”, entre otros, pero el cantante no se sentía contento. No hubo presentaciones con “La Mayor”, ni más intentos de grabación, sino una intermitencia que duró uno tres años hasta que apareció el saxofonista Alfonso Gómez y lo invitó a que hiciera parte de su agrupación “Alfonso y su octava potencia”, pero también logra una que otra incursión con los hermanos Galé, a finales de los años 80.
Llega la década de los noventa. Sandy Rico se dedica a los negocios, pero siempre pensando en la música, sobre todo en la hechura de canciones, cuyas musas le iban llegando en forma de situaciones cotidianas, como las aventuras fugaces de algunas vecinas casadas que no perdían la oportunidad de probar las caricias de alguien más joven que sus esposos.
“Un día llegaron a mi casa Juan Carlos Coronel y Rey Arturo González. Me dijeron que pensaban hacer una producción salsera, pero sobre el formato romántico que estaba de moda en ese momento. Enseguida les canté, ‘ayer yo la vi/cuando venía del mercao/con una blusa que decía Miami/y un bluyín apretao’. Les gustó de una y se la llevaron”.
A las pocas semanas, “Ayer la vi” fue la primera canción que le dio éxito al primer trabajo de Coronel con su propia agrupación, con los arreglos y la dirección de Rey Arturo González. En consecuencia, la popularidad de Sandy Rico creció no solo a nivel local sino también nacional.
“Yo acostumbraba a andar con una grabadorita de periodistas, por si se me ocurría alguna melodía o letra. Un día, caminando por mi barrio, me llaman unos pelaos que estaban en una esquina y me preguntan:
—Sandy, ¿tú cómo hacer para componer?
—Es fácil —les respondí— ¿Cómo se llama la señora que está parada en la tienda aquella?
—Ah, esa es la mamá de Claudia, la pelaíta buenona que vive en la otra calle.
—Bueno, escuchen esto: “La mamá de Claudia tiene/algo que me gusta a mí/una bonita mirada/y una elegante nariz…/ Y ahí, improvisando, fue naciendo ‘La mamá de Claudia’, otra salsa que me grabó Coronel.
Más adelante surgieron temas como “El vendedor de rosas”, una especie de protesta en contra de la salsa erótica que saturó el mercado fonográfico de ese tiempo.
“Todas las orquestas andaban en el viaje del desnúdate, del hazme el amor, de tu calentura, pero yo me dispuse a cantarle a la mujer de una manera más amable; y esa fue la pieza que El Halcón de Colombia volvió un clásico de nuestra salsa”.
Cuando Hugo Alandete presintió que el éxito de su canción “Llora corazón” haría que el público exigiera una obra de la misma talla, habló con Sandy Rico para que escribiera algo parecido, “porque ni a mí mismo me sale, compadre”, le dijo el llamado “Sonero mayor de Cartagena”.
“Así fue como se me ocurrió ‘Canto al amor’, con el mismo swing de ‘Llora, corazón’: Qué bonito estar enamorado/qué bonito estar ilusionado/Yo quiero cantar/yo quiero cantar con el alma solo para ti/Esa bendita mujer/se lo merece todito/y yo le quiero cantar/aunque sea un poquitíco”.
Hugo Alandete quedó tan agradecido con la contribución de Sandy Rico que para su siguiente producción no dudó en incluirlo en su nómina de compositores con el tema “Dile que vuelva”: “Desde que se fue quedé llorando/y hasta dijo que no la quería/y ha dejado en mí una triste pena/y en el alma una grande agonía”. A pesar del éxito musical, Sandy Rico no desaprovechó la oportunidad de irse a vivir a la ciudad de Miami, donde cumplió 15 años de residencia, pero sólo hasta ahora está haciendo contactos con el ambiente artístico de esos lares. Su nueva alegría se basa en que el puertorriqueño Boby Valentín le grabó “Ayer la vi”, pero en el tono salsero puertorriqueño que lo caracteriza. Y el resultado no se oye mal.